Es muy poco lo que se sabe de esta compositora (nacida como Berta Huneeus Lavín) pero es mucho lo que representa: una muestra de un todo en la educación de las élites nacionales de inicios de siglo XX, que ciertamente incluían música y que se relacionaba con distintas manifestaciones culturales, sociales, además de cierta libertad de ejercerlas. Tenemos aquí a una mujer culta que toma la composición de manera muy aislada pero demuestra en este amateurismo un nivel que evidencia su contacto cultural con Europa, además puede publicar la presente música (en 1927, estando ya casada) pero sin pretender entrar al mundo profesional de la composición (su nombre no aparece en la bibliografía musical nacional más canónica, como en Salas Viù o Escobar, por ejemplo).

La elección de la poesía también es un dato no menor: poesía en francés de la joven escritora Lily Íñiguez Matte, de un entorno familiar de élite artística, tempranamente fallecida y que también es la muestra de una esmerada educación europeizante, específicamente con Francia.

Las canciones no ocultan esta filiación tanto en el goce descriptivo como en recursos musicales: “Neige” debe mucho a Debussy en la búsqueda de reflejar el tiempo suspendido y la quietud de frío clima, con una línea melódica calma y una parte pianística que pareciera caminar blandamente sobre nieve fresca; “Vieux jardín” (que toma sólo la primera parte del poema de Íñiguez) recurre a las escalas pentáfonas para describir un mítico jardín de infancia (jardines y pagodas no son ajenas a las descripciones musicales francesas) y la parte pianística basa su movimiento en secuencias de semicorcheas o tresillos como reflejando un caminar por entre esos recuerdos. En ambas piezas el canto lleva la parte principal.