Ida Vivado
(1913-1989)
Pianista, docente y compositora. Comenzó sus estudios en Tacna. Luego de un par de infructuosos intentos, logra ingresar al Conservatorio Nacional de Música en Santiago. Realizará sus estudios de piano con Elcira Castrillón y Alberto Spikin y composición con Domingo Santa Cruz, Salvador Candiani y Fré Focke. En 1947 y hasta 1988 será profesora de la cátedra de piano en el Conservatorio. Entre 1981 y 1987 tendrá el honor de ser la primera mujer en la presidencia de la Asociación Nacional de Compositores, labor por la que recibió numerosos elogios. También su hogar fue lugar de reunión y tertulias musicales que ayudaron a muchas jóvenes generaciones de pianistas y compositores. En Vivado la composición abarcó casi exactamente la segunda mitad de su vida; su catálogo de obras no es muy extenso y privilegia la composición de cámara, balanceándose entre tratamientos diatónicos, cromáticos, tonales, politonales, atonales y seriales. También pondrá especial interés en crear obras didácticas para el piano.
El ciclo “Tres poemas y una canción” fue compuesto en 1949 y representa la primera obra de la compositora. El texto, estrófico, de métrica y rima tradicionales, por otra parte, altamente metafórico, es de su maestro Alberto Spikin. La obra fue estrenada ese mismo año con Elba Fuentes en el canto y Hugo Fernández al piano y obtuvo entonces un premio de los Festivales de Música Chilena de la Universidad de Chile.
El estilo es indudablemente posromántico, con una línea melódica amplia, sinuosa y emocional, trabajada en conjunto a una escritura pianística virtuosa, altamente descriptiva y de iguales quilates en sensibilidad.
“Luz” es la segunda pieza del ciclo. Aquí, por más que la línea del canto lleva una atractiva melodía, será el piano un vertiginoso protagonista, con obstinados tresillos de semicorcheas pintando el destello de la “diáfana luz”. Es como si el cantante, emocionado, describiendo, sobrevolara por sobre aquellas “cataratas de luz”. La obra cierra con una breve serenidad que sirve como remanso antes del vehemente cierre.
“Canción” es una de las piezas de Vivado más llevada a la escena de concierto y grabación. Hay algo de atractiva tonada sentimental en la música que acompaña su texto de refranero popular, también hay algo de vaporoso vals lento posromántico y poéticas metáforas paisajísticas. La melodía misma es relativamente clara y tradicional y cae en la armonización del piano la misión de aportar el pleno siglo XX. La compositora, al igual que en la mayoría de las canciones de este ciclo, propone un breve momento de serenidad y contemplación al final de la pieza, aunque solo sea un momento que permite juntar energía para retomar el impulso y subrayar el final mismo.