Caso emblemático de la música nacional. Niño prodigio, de una fantasía creativa que pronto tuvo la posibilidad de complementarla con amplios estudios en Europa, amén de una capacidad de entablar amistad con la intelectualidad europea de entonces. Generalmente son citadas sus composiciones de este primer período (Escobar) para luego, en su regreso definitivo a Chile, verlo como un compositor ligado al cambio de siglo (con obras de música docta y popular), poco riguroso, de fantasía por sobre disciplina, aunque sin desconocer su cultura musical, su empeño como difusor de la música chilena docta de entonces y su nivel de pianista. Son pocas las obras publicadas de su muy extenso opus (Salas Viù cita cerca de cuatrocientas, pero la mayoría en forma manuscrita y sin catalogación) por lo que la presente canción, “Vos yeux”, publicada en Enero de 1918 en la “Revista de Arte” de Los Diez, es muy pertinente para ver su personalidad artística, además de pensar que es una obra seguramente escrita durante su estadía en Europa: la elección de un poema de un poeta luxemburgués poco conocido que, además, estaba al inicio de su carrera literaria (de “La route royale”, Luxemburgo, 1917).

Su nombre escrito a la francesa: “Xavier”; y un discurso musical que, aprovechando la exquisitez de adjetivación de las tres estrofas, bascula entre un lenguaje sensual, cromático, sugestivo, de buena densidad armónica y tintes wagnerianos (piénsese en el inicio de cada estrofa o las armonías finales; Rengifo realizó conciertos sinfónicos con música de Wagner en Chile) amén de un vuelo melódico que recuerda la “Giovane scuola” italiana (“que j’aime baiser sur leurs cils baisées”). Una canción abierta al arte del siglo XX pero que, al duplicar constantemente el canto con la línea melódica superior habla de música funcional heredera del siglo XIX: puede ser interpretada solo por el piano o para canto y piano, y puede servir de ayuda para un nivel amateur del cantante.