La flor de la canela

Siglo XIX. Canciones de una nueva nación

Obra: La flor de la canela
Compositor: Richard Mulder
Texto:
Cantante: Alejandra Pérez, soprano
Pianista: Yudalis Perdomo

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«La flor de la canela»

La portada de esta partitura nos ofrece buena información. La obra, publicada en Valparaíso por la casa de música Niemeyer e Inghirami, aparece como «canción española», al compositor se le destaca como «Pianista de S. M. la Reina de Holanda» y la dedicataria de la composición es la «célebre cantatriz, madame S. Amic-Gazan». Sonia Amic-Gazan, pareja de Mulder, tuvo el honor, en 1857, de ser la primera voz solista en ser oída por el público en el Teatro Municipal, ya que antes de empezar con la función inaugural de «Ernani», entonó el Himno Nacional. Ese mismo año, en el Teatro de la República, ya había interpretado también «Ernani», más «La hija del regimiento», «Lucrezia Borgia» y la Azucena de «Il Trovatore». Durante el resto de la temporada del Municipal será protagonista, además, en «Gemma di Vergy» de Donizetti y «Vespri Siciliani» de Verdi. También cantó en Valparaíso, Concepción y Copiapó. Federico Guzmán compondrá y publicará en 1858 un vals que lleva su nombre. Debido a todo lo antes mencionado, podríamos citar la publicación y quizá la composición de «La flor de la canela» en 1857. La expresión «la flor de la canela» vendría a representar un elogio a lo más granado y destacado de algo. El texto de la canción aparece sin autoría, sin embargo, inferimos que la primera estrofa es un localismo agregado, propio de un homenaje y adaptación marcadamente nacionalista, a un texto español conocido anterior (las estrofas siguientes). Como dato curioso, en el Álbum Musical que recopila piezas para canto y piano de las señoritas Carmela y Clarisa Vega se puede hallar, como sexta pieza, una «Flor de la canela» manuscrita, anónima, que es muy similar a la aquí antologada, si bien es más breve y difiere en un par de estrofas. Pero continuando con la de Mulder, describiremos que es estrófica, de tempo vivo, compás ternario, tiene el claro tono pintoresquista español, con el acompañamiento de piano con figuraciones que evocan el tocar de una guitarra o arpa, y el canto con sus melismas de corte andaluz. Las variantes y coloraturas del remache final a cada estrofa, nos muestran una obra de no poca exigencia vocal, propia del homenaje a quien está dedicada la obra.