Pedro Humberto Allende

(1885 – 1959)

Compositor e investigador, notable pedagogo de composición, figura emblemática de la primera mitad de siglo XX, en él es notoria la influencia del folklore nacional y la cultura francesa y de allí se comprenderá lo melódico, colorístico y armónico. Sus obras orquestales son de las primeras en entrar habitualmente en las salas de concierto. Prolífico autor, cultivó tanto piezas de arte como obras de ocasión. Premio Nacional de Arte en 1945.

Si bien Allende trabajó en extenso con la voz (desde himnos a música incidental cantada), su producción de canciones de arte es relativamente acotada y la mayor parte circunscritas a la década del ’20, y muestran magistralmente las influencias antes anotadas.

Compuestas en 1915, unos años antes que sus célebres tonadas para piano, “Debajo de un limón verde” y “El encuentro” para dos voces y piano son notables obras precursoras de la estilización de la tonada chilena. La primera se acerca más a una canción al tener sólo una sección lenta, pero la segunda, con su sucesión de lento y rápido, es fiel a su modelo folklórico. Pensadas para la escena de concierto, en ellas hay claramente un canto principal, agudo, al que le acompaña un contracanto de voz grave de diseño ya casi homofónico como en la última, o sugerentemente cromático, extraído de la armonía, como en la primera. Ambas piezas serán editadas en París en 1930.

Como buen compositor con un pasado decimonónico, la composición por encargo no fue ajena a Allende y queda demostrado en la gran cantidad de himnos para establecimientos u organizaciones que son de su autoría. Un ejemplo en clave de humor es “El cepillo de dientes”, estrenado el 4 de Octubre de 1917 con motivo del “Primer congreso  dental panamericano”. El texto es de Tegualda Ponce Allende.

Continuando con esta música funcional, la finalidad pedagógica le hace componer y publicar en 1937 un “Método Original de Iniciación Musical para voz y piano”, dedicado a “las Escuelas Primarias de América latina”. De allí la tónica de los textos y cierta simpleza en el lenguaje musical. “Oración matinal” proviene de esa colección.

De 1925 son un grupo de composiciones para canto con textos de Gabriela Mistral, su grupo de canciones más destacado tanto en lo armónico como en el trabajo atmosférico. Como primer dato podemos decir que, conjuntamente con Domingo Santa Cruz, es de los primeros compositores doctos en utilizar textos de la poeta.

Estructuralmente se puede notar que el trabajo de composición nace de un devenir armónico altamente descriptivo y de allí ha nacido el trazo melódico del canto, no como la antigua tradición de melodía acompañada; además, las tres obras están claramente construidas y juegan con la repetición, ya sea casi estróficamente como en “Mientras baja a nieve”, en un símil de da capo en “A las nubes” o con el trabajo en espejo ABCBA de “El surtidor”, lo que puede ser tomado como una decisión personal por parte del compositor como también un certero diálogo con una escritura poética firmemente estructurada en lo estrófico. Estas tres piezas fueron editadas en 1927, tanto en Chile como en Buenos Aires.

“Mientras baja la nieve” ciertamente se entiende bajo la influencia impresionista francesa; es una obra descriptiva con una parte pianística arrebolada y etérea y una línea vocal aguda y grácil. El texto está tomado del libro “Ternura” de 1923, pero luego del tercer verso (aunque manteniendo la temática y versificación) el texto que aparee en la canción difiere notoriamente del original, al punto que más pareciera un nuevo poema en contrafacta con el original mistraliano y sin aclarar porqué o el porquién de la variación.

La breve y ágil “A las nubes” –con su sintaxis melódica entrecortada– debe más a la canción popular chilena, si bien altamente cromática. El poema original está tomado de “Desolación” (1922) casi en su integridad y sólo se han quitado dos versos que dirigen el poema hacia la pena de amor.

“El surtidor” retoma el trabajo francés (arpegiados, escala de tonos enteros, sensuales cromatismos) con un toque de mayor intensidad en el drama de su narrativa. El texto también proviene de “Desolación”.

De 1926 es la composición del “Ave María”, pieza que nace como un “in memoriam” por la muerte de Wanda Morla, esposa de Domingo Santa Cruz, acontecida ese año. Se trata de una pieza altamente contrapuntística, con cierta deuda a la polifonía sacra, pero en corte más cromático, y con una línea vocal que no evita lo emocional a pesar de su lenguaje de vanguardia. La obra será editada en Santiago en 1927 y París en 1930, y Allende le tendrá un aprecio tal como para luego adaptarla para cuarteto de cuerdas y también una versión orquestal.

  • A las nubes
    Compositor: Pedro Humberto Allende
    Texto: Gabriela Mistral
    Cantante: Claudia González, soprano
    Pianista: Andrés Silva
  • Ave Maria
    Compositor: Pedro Humberto Allende
    Texto: texto tradicional
    Cantante: Francisca Jünemann, soprano
    Pianista: Yudalys Perdomo
  • Debajo de un limón verde
    Compositor: Pedro Humberto Allende
    Texto: Max Jara
    Cantantes: Javier González, tenor
    Maximiliano Núñez, barítono
    Pianista: Yudalys Perdomo
  • El cepillo de dientes
    Compositor: Pedro Humberto Allende
    Texto: Tegualda Ponce de Allende
    Cantante: Maximiliano Núñez, barítono
    Pianista: Yudalys Perdomo
  • El encuentro
    Compositor: Pedro Humberto Allende
    Texto: Carlos Mondaca
    Cantantes: Francisca Jünemann, soprano
    Cecilia Aguayo, mezzo-Soprano
    Pianista: Yudalys Perdomo
  • El surtidor
    Compositor: Pedro Humberto Allende
    Texto: Gabriela Mistral
    Cantante: Alcides Bravo, tenor
    Pianista: Andrés Silva
  • Mientras baja la nieve
    Compositor: Pedro Humberto Allende
    Texto: Gabriela Mistral
    Cantante: Claudia González, soprano
    Pianista: Andrés Silva
  • Oración matinal
    Compositor: Pedro Humberto Allende
    Texto:
    Cantante: Claudia González, soprano
    Cecilia Aguayo, mezzo-Soprano
    Pianista: Andrés Silva